La nostalgia se abrirá paso aún más alrededor de esas mesas de paño verde, iluminadas por la luz que desprenden los tacos de billar.
Las tizas se tomarán más tiempo para adornar la punta.
Los adeptos al arte que genera esta afición que huele a nocturnidad recordarán cada una de sus anécdotas.
Se fue el último de los hermanos Navarra: Enrique. Juan y Ezequiel hijo lo estaban esperando para asombrar con sus carambolas a otras almas.
El menor de los hermanos Navarra murió el viernes pasado cuando su magia aún abría grande las bocas de los espectadores. Aprendió con su padre, Ezequiel, junto los otros "Navarrita".
Fue maestro hasta la muerte, porque siempre había tiempo para una más. Y para el prólogo antes de buscar la carambola: "En tres tiros y si sale...".
Hablar de billar es hablar de Navarra. Papá Ezequiel era uruguayo de Santa Lucía y daba clases en el Club del Progreso, sobre Avenida de Mayo. La pasión se la transmitió a sus hijos en el café de Rivera (hoy Córdoba) y Canning (hoy Scalabrini Ortiz). Y en el club "Los 36 Billares", de Avenida de Mayo al 1200, hubo exhibiciones tempraneras del talento innato.
Juan, el mayor, cuidaba a Enrique y a los demás. El sería bicampeón mundial a tres bandas en Misiones 1969 y México 1972. El menor de los Navarra no tenía problemas en admitir que el mejor había sido Ezequiel, protagonista de una faena histórica en 1951, cuando en una exhibición organizada por Juan Domingo Perón, derrotó al estadounidense William Hoppe en el Luna Park.
Es más, cuando Ezequiel fue campeón mundial en 1963, en México, el presidente José López Portillo le regaló a Enrique un anillo de diamantes, rubíes y piedras preciosas que simulaban una mesa de billar.
Enrique Navarra, quien nació en Buenos Aires el 15 de marzo de 1924, dio cátedra en el arte aprendido a los 5 años con su padre. Rey de la fantasía, enseñó durante 15 años en la Academia que fundó frente a una Plaza Flores muy diferente a la que hoy luce juegos rodeados por alambre a medio partir. Luego dio clases en el club Real, a metros de Lavalle y Esmeralda.
Desde Europa lo siguieron llamando ya octogenario para emprender giras con su talento. Enrique decía que ya se dedicaba a realizar una mezcla de pool y billar, porque las jugadas son más vistosas por tener más bolas.
A la hora de contar el truco más pedido por la gente, Navarra señalaba a "La tranquera", donde la bola pasa entre dos tacos como si fuera una puerta. Y recordaba cuando en el club Pampa y Cielo intentó pegarle a una bola que estaba a 30 metros de distancia, al lado de la puerta. La gente esperaba el acto de magia cuando de repente unos chicos entraron y la patearon la bola.
Sus anécdotas lo sucederán.
Fuente:
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Por favor, aclaren que en la nota sobre la muerte de Enrique Navarra colocaron una foto de su primo mayor el múltiple campeón Enrique Navarra. Eran primos hermanos, pero Enriquito se dedicaba a la fantasía.
2 comentarios:
Por favor, aclaren que en la nota sobre la muerte de Enrique Navarra colocaron una foto de su primo mayor el múltiple campeón Enrique Navarra. Eran primos hermanos, pero Enriquito se dedicaba a la fantasía.
Cuanta nostalgia me viene
Cuantos recuerdos
Muy pibe lo vi a todos los Navarra hacer exquisiteces en las mesas del Billar de los Clubes y Bares de los Barrios
Dalmacio Santos Pastiresa, Rosario Argentina
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